EL ADIÓS DE UNA MUJER ROTA
Por Cuca Guillén
Bueno, he decidido retornar por estos lares porque, oyes, una fue a Sansueña, tiene una educación y se despide siempre como Dios manda. Pues eso, que hace tiempo que ya no escribía porque advertí que este blog era un nido de psicópatas y pervertidos. Que La Caja es otra cosa, me decían, que aquí se admite a todo el mundo, piense lo que piense, que son todos supermajos, supernormales, cristianos de guitarra y parroquia, be happy, be free... ¡Patrañas! Una panda de rojos separatistas ateos y homosexuales es lo que son todos estos de La Caja de los Hilos, unos ignorantes que no saben ni combinar un Dior. Si ya lo sé, cómo os reíais a mis espaldas, y me poníais fotos cochinas en mis artículos, y me llamabais loca, y facha, y guarra... ¡Y eso sí que no! Que una es una y sale siempre de casa con el botox y la faja puesta por lo que pueda pasar.
A lo que iba, después de año y medio sin escribir nada (ya eran demasiadas las ofensas a una que es una santa y al Señor Todopoderoso), he decidido volver porque Cuca Guillén no se va por la puerta de atrás, como el Zapatitos ese. Se va por la principal, como se marchó en su día don José María Aznar, que buena falta nos haría para sacar a patadas a esta orda de pepiños y pajines que van a arruinar España. Durante año y medio he permanecido en silencio, en la casa de Pitusa en Mónaco, a base de trankimazines, tratando de olvidar el devenir de esta tierra nuestra, tratando de olvidar a un marido gilipollas que después de votar al PSOE se fugó con Mari Cielo, una de las perracas de la Peñaza, la mujer de su socio, que la vieron el otro día comprando tangas en el Corte Inglés... Oyes, que menuda ordinariez, todo sea dicho.
Ains, que me vuelvo a perder, oyes. Pues eso, que ahora que España vuelve a recobrar el oremus, que se ha dado cuenta de que esta nuestra nación se va a ir al carajo por culpa de estos sociatas, que los del PP les vamos a dar una tunda en las urnas (pese a que la Rudi esa no quisiera ofrecerme la mísera candidatura al Ayuntamiento, con lo mona que soy yo y el verbo que tengo)... Ya se me ha vuelto a ir el hilo, oyes. Ya está. Que ahora que los buenos resurgen, como Cristo resucitó al tercer día, he decidido decir las cosas bien claritas a esta panda de rojeras indocumentados, toxicómanos y mariquitas que gestionan este blog. Y lo diré con mayúsculas, para que se entienda: ¡¡¡ME VOY!!!
Y me voy como entré: digna, como una reina, con el pelo bien cardado y sin soltar una lágrima, porque la gente de bien no llora, y menos por aquellos que no saben tratar a una dama como se merece, porque al mal gusto, buena cara, y al pan, pan y al vino, vino. Y me voy para no volver, que desde que entré a este blog todo han sido desgracias: ganó el Zapatero, Aznar se lió con una pelandusca y se me estropearon los manolos en esa Expo de vulgares y de pobres, que me tuve que comprar media docena para recuperarme del sofocón. Y encima se me aguachinó un Dolce Gabanna en un botellón de panolis vestidos de blanco. ¡Hasta me metió mano un taxista y se me puso a blasfemar el cura de Santa Engracia poseído por el mismísimo demonio!! Del soponcio que me dio aún hoy me sacan los cuartos los psicoterapeutas, confesores y mi cirujano plástico.
Lo dicho, que una que es una señora se va, con la cara tan alta como la mamoplastia, pero eso sí, con la pena de no haber convertido esta caja en un lugar decente. A pesar de lo dicho, me marcho sin un ápice de rencor, oyes. Bueno, un poco de rencor sí que me llevo encima, la verdad. Así que agarraos los machos porque lo vais a lamentar: en cuanto ganen los nuestros, vamos a intervenir La Caja de los Hilos, como con Grecia, y con cuatro chavalotes del Opus Dei sobrinos de mi concuñada, dejaremos este blog como una patena. Aquí sólo se va a publicar el horario de misa. ¡Y si no, cerrojazo, y aquí paz y después gloria! Hala, que ya vale, que me tomo una analgilasa y me voy a Escada a comprar un conjunto, que tanto recordar los sofocos que me han hecho pasar estos esgarramantas, me va a dar el telele. Y eso sí que no, que las desgracias han hecho de mí una mujer rota por dentro y por fuera, pero eso no tiene nada que ver con ir divina de la muerte. A ver si os vais a pensar que a estas alturas voy a llamar la atención. Oyes.
La mujer rota que ilustra este artículo es obra del fotógrafo brasileño Bruno Cals.
Rompe...