LA ÚLTIMA BALA
Por Amadeo Martillo
1/11/2010. A veces miro entre las rejas y creo ver a los transeúntes acercando las manos al fuego, buscando con la mirada un fósforo que vuelva a encender la llama cuando esta se apaga. Pero esto solo ocurre a veces. En lugar de mirar a la calle, prefiero centrarme en los barrotes, en las vetas serpenteantes del metal, como lágrimas violetas abrazadas por la niebla. En ocasiones intuyo puntos blancos en el hierro, como rastros de tiza, pero después cierro los ojos y ya no las veo. Puede que sean una ilusión fruto de la persistencia. O simples alucinaciones derivadas de los mordiscos de las cucarachas.
14/12/2010. Anoche no pude dormir. Eso no es extraño porque en la cárcel todo es vigilia. Dicen que en prisión no hay sitio para los sueños, solo para las mentiras elaboradas, que se enzarzan entre el humo del tabaco y el olor a hombre. Pero a mí me da igual. Yo no necesito soñar.
15/12/2010. ¿Por qué estoy en la cárcel? Aunque estuviera muerto, dejé mil cadáveres en las cunetas. Todos tenían una sonrisa gris, los muy cabrones.
26/12/2010. Enciendo un cigarrillo y espero. Solo puedo esperar. Esperar a que el ciempiés se aproxime a mi bota para morir. La hora en que encenderán las luces. La próxima remesa de tabaco. El día. La noche. La lluvia. El viento. La muerte.
27/12/2010. ¿Ya estoy muerto?
31/12/2010. El hijoputa que inventó la cárcel debería probar esta jodida ginebra.
3/01/2011 Hoy han venido los transeúntes otra vez. Hace frío, pero se puede aguantar. A veces creo ver a unos niños que les tiran piedras, y les abren la cabeza, y les sacan las tripas, y devoran sus vísceras. Serán imaginaciones mías.
4/01/2011. Me acuerdo de Carol, de su olor, del abrazo de sus pechos, de sus rizos, de sus párpados, de las noches de ginebra y neón. Maldita puta. Más te valía haberme metido una bala en la frente en lugar de arrimar las manos al fuego. Como los transeúntes. Pero ven de todas formas.
11/01/2011. Hace días que no escucho nada. Me estoy quedando sordo. Mejor.
20/01/2011. Creo que ya estoy muerto. No, todavía no.
Nota de los tres carretes sin hilo: Amadeo Martillo fue encontrado muerto el viernes pasado, ahorcado, en su celda de la cárcel de Zuera. El texto que acompaña a estas líneas ha sido recuperado de un cuaderno titulado "La última bala", que él había empezado a escribir recientemente. Descanse en paz.
Manuel Vason es un polifacético artista italiano que convierte el cuerpo en laboratorio de permanente experimentación.
Ven de todas formas...