Blogia
La caja de los hilos

MI PENITENCIA

MI PENITENCIA

Por Amadeo Martillo

El hombre ha pisado La Luna, ha combatido la enfermedad con tecnología láser, ha logrado que los flujos de información recorran el mundo en cuestión de milésimas de segundo, pero aquí, en Zaragoza, pese a los avances de la ciencia, soy incapaz de sortear una maldita procesión. Da igual lo que haga. En cuanto me atrevo a arrancar el coche para transportar a los cuatro o cinco desgraciados que prefieren esconderse en sus madrigueras en estos días de pasión, el azar empieza a desenfundar su espada para empujarme a una trampa infranqueable. Como un Sísifo calvo y amargado, todos los años acabo en el mismo punto, atrapado entre cofrades y feligreses, condenado a arrastrar la pesada roca de frustración que acompaña a los pasos y las trompetas. Esta vez estoy parado en la calle San Braulio, con esa extraña sensación que te agarra las tripas cuando ves de cerca la muerte. No me puedo mover en ninguna dirección. Cientos de fanáticos, quizá miles, me rodean por todas partes, manosean el capó del taxi, me miran con desdén, como si descubrieran mi ateísmo y mi mala sangre a través del parabrisas. Siento el peligro, así que palpo la pistola por si acaso. Por Espoz y Mina se balancea un Cristo retorcido y ensangrentado, atado a una columna, rodeado de penitentes encapirotados y temibles. Tengo miedo. Quiero huir, pero no es posible. Desenfundo la pistola por si acaso. Entonces tengo un extraño arrebato místico y pienso en Dios. Recuerdo mi infancia, cuando cantaba en el coro de la capilla del colegio, la catequesis con los jesuitas, los rezos antes de dormir, el amor fraterno, la caridad cristiana... Eran tiempos de fe y esperanza. Siento que Jesucristo me mira, como quien observa a la oveja descarriada que reclama una nueva oportunidad, al hijo desorientado entre la multitud que busca desesperado la mano del padre. Cuando creo que se va a apiadar de mí y va a obrar el milagro que me permitirá escapar de la marabunta, levanta el dedo corazón y con una carcajada malévola me dice: “Jódete”. En la calle, continúa la procesión. Es mi penitencia.

JAM Montoya es un controvertido fotógrafo extremeño que fue objeto de furibundos ataques por su irreverente colección Sanctorum, en la que mezcla los símbolos más reconocibles de la iconografía religiosa con motivos sexuales. Al margen de polémicas, merece la pena echar un vistazo a su obra. Es diferente. La imagen que ilustra este post se titula "Corazón ardiente".

Un poco de pasión...

Madonna - Like A Prayer.mp3

Sinead O'Connor - Nothing Compares To You.mp3

3 comentarios

ana m. -

sergio hoy nos ha contado... buf!

Santo -

Pues me parece que tiene razón Mandarina Azul. Yo creo que el del dedo levantado es Sergio Algora con peluca, que ha salido del bar enloquecido por los tambores y se tropieza con Amadeo. No dice "¡Jódete!" sino "¡hostias, qué suerte, un taxi libre!".

mandarina azul -

Nada, no me creo nada. Imposible que Jesucristo, alzando el dedo, te diga eso. ¿No ves que está muerto y no resucita hasta el domingo? ;)

Besos a todos los hilos de esta caja.