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La caja de los hilos

HARAPOFIESTÓN (I)

HARAPOFIESTÓN (I)
Por El Sastre

Ya estoy aquí de nuevo, con el resuello propio del que llega corriendo, sin casi tiempo para arrojar estas líneas. Pero con ganas de contaros lo del sábado (¿ayer era sábado, no?), de esa gran harapofiesta que capitaneó Helena Santolaya y que en su segunda edición batió todos los récords. ¿Por dónde empiezo? No sé, no sé, ufff… ¡Qué difícil! ¡Pasaron tantas cosas! Bueno… Os contaré lo que vi, con la imprecisión del rumor y veracidad relativa, con el puntito de exageración que siempre busca el fabulador. Porque yo creo que el acontecimiento fue exagerado, de bonito, claro.
Como tampoco me quiero entretener, daré unos pasos atrás hasta llegar al sábado (¿ayer era sábado no?), alrededor las siete y media, cuando me desperté de una necesaria y reparadora haraposiesta. Opté por un baño relajante con burbujas, me cambié de calzoncillos, por lo que pudiera pasar, y me perfumé hasta la extenuación, porque Helena me había prometido ligue después de la entrevista publicada hace unos días en esta bitácora. En cuanto estuve listo, quedé con los tres carretes sin hilo para encaminarme hacia la haraponave, que acaba de aterrizar para convertirse en escenario del acontecimiento. Cuando enfilamos el camino de tierra y piedras que conduce a la haraponave, ya nos sonreímos al ver el recorrido lleno de fosforitos y trapos diversos para que nadie se perdiera. Al fondo se escuchaba una canción, todavía demasiado lejana como para saber cuál era. Al acercarnos, reconocimos inmediatamente a Los Brincos. “¡¡¡Con un sorbiiiiito de champagne, brindando pooooor el nuevo amooooor…!!!”. La harapofiesta no podía empezar de mejor manera.

Los cuatro nos quedamos con la boca abierta. En la entrada, sofás y sillones para los más descansados. Allí estaban Nacho y Virginia repartiendo bolsas para que los harapoinvitados pudieran hacer sus adquisiciones en el mercadillo del fondo. Junto a la tele, Helena le daba los primeros meneos a la haraposopa de letras y en las mesas, había pantalones y camisas. No… Era el jamón y el chorizo, colocado de tal suerte que se transformaban en las prendas que, un poco más allá, una marabunta indómita revolvía en busca de la ganga. Con los Brincos, las proyecciones de Bea y Rubén, en una esquina, y Yago, en la otra, se convertían en el lazo de ese gran regalo que es la harapofiesta.
Al fondo estaba Cuca con Paquito, su peluquero. “Ay, Paquito, por Dios, deja de mirar estas cosas que a saber quién se las ha puesto…”, le reñía. “Calla, calla, Cuquita, es que no estás a la moda. Con lo que se lleva lo vintage…”, respondía divertido el estilista. El Navegador estaba tratando de quitarle el ordenador a Bea, pero, afortunadamente, ésta no se dejaba. Sentada en un sillón, Safo se embelesaba junto a Enrico viendo en la tele algunas maniobras eróticas de Betty Page, gracias al arte y la ciencia de Luis Marco.
En cuanto acabó la cena, el asunto empezó a desfasar. Jesús, Pedro Bericat y Raphita comenzaron a agitar al personal a base de psicodelia de la buena y el gentío cogió confianza. Nacho se acercó a un grupo de mujeres y preguntó: “¿Queréis pelo?”. Ellas no pudieron resistirse, se tiraron sobre él desgarrándole la camisa, y no pararon hasta desnudarle por completo en medio de la pista. Él se mostró encantado. Pero, claro, no contó con Paquito, que como una más se abalanzó sobre el pobre Nacho y le dio un bocado en el cuello de lo más salvaje. Casi se monta una gorda. Menos mal que Nacho es muy civilizado y se limitó a pedir más lengua y menos dientes. La cosa no llegó a más, pero a punto estuvo…. (Continuará…).

Blondie - Heart of glass.mp3.

The Modern Lovers - Roadrunner.mp3.

Syreeta – Come And Get This Stuff.mp3

The Move - Do ya.mp3

Skatalites - Trip To Mars.mp3

3 comentarios

Ana M. -

ayayayay... ¡¡me están llegando los dientes al suelo!!

recuperados ya de esa harapo resacra, supongo... :)

un beso muy graaaaande para mis carretes sin hilo.

Elenita -

ohhhhh! Lástima que me la perdí, ¡¡¡¡bien por los que fuisteis!!!!. Espero ansiosa una tercera harapofiesta.
Gracias a los harapoorganizadores.
miles de besos

Alicia -

Nada más oportuno que el relato del sastre para una harapofiesta. Gracias por ofrecernos tu visión y por hacer que la fiesta no se acabe en la nave, por permitirnos seguir navegando fuera de la nave. MIL HARAPOBESOS.