HABLEMOS DE KEBABS
Por C. de la Vega
Desde que el kebab llegó a Zaragoza no como lentejas. Mi madre se pone como una fiera con eso de la dieta mediterránea... No sé, los países me bailan un poco... pero creo recordar que Turquía está en el Mediterráneo, ¿no? Por cierto, uno me dijo que el kebab se inventó en Berlín. Un turco en Berlín, quién sabe. Se dicen tantas cosas sobre los kebabs... El otro día oigo a uno hablar de la importancia de que lo prepare un árabe. Ahí le voy a dar la razón. El sabor cambia dramáticamente cuando lo hace un occidental, ¿cuál es su secreto? Se pregunta uno. Entonces vuelve al mundo de las especias y prueba con comino, clavo, cardamomo... Nada, que no es igual. Los tiros no van por la especia, no. Lo que tiene el árabe, coleguitas, es que no utiliza el papel higiénico. Lo hace todo con la izquierda, incluyendo la salsa de la casa, claro. ¡Ah, las salsas! Las buenas costumbres mandan que se coloquen en la mesa (y no en el bocadillo) para que cada uno se pringue a su gusto. Aquí en Zaragoza, sin embargo, sólo los “Medusa” lo hacen. Los “Medusa” que tienen también el honor de ser pioneros aquí en esto del döner. Debo decir con todo el cariño (tengo un colega que corta carne allí) que se pasan de verdura. Hacen un kebab para anoréxicas. Eso sí, que no falte la ensaladita de pepino con salsa de yogur. Podrían ya dar entrantes de borraja, no sé. En fin, el mejor es el Kebab “Asia”, en la Calle Mayor. Carne de cordero crujiente y lechuga pulverizada. Hay un cejijunto allí que los hace como Dios. Además saben de negocios. A las dos viene la pasma y los chapa. Los paquistaníes ésos no se amilanan. Pasan kebabs de estranjis hasta las cinco. En serio, andas por allí y te sale uno de entre las sombras. Te mira a los ojos y luego hacia atrás. Asoma una platina humeante y te dice en voz baja: “Tres cincuenta”. Todo en la más absoluta clandestinidad. Son unos hachas. El peor kebab lo acaban de abrir en Plaza San Francisco. Es de ésos que hay que comerlo con coderas. Me explico. Según muerdes se van sucediendo unas explosiones de salsa que ni los granos de Rafita (o Neo, jeje). La grasa chorrea por los antebrazos. Ahí es donde entra en juego la codera en labores de contención, para no ponerte perdido los pantalones. Hay también kebab curiosos como el de Conde Aranda, 76. Ponen patatas fritas en la carne. ¿Guarro? Quizá, pero tiene fuerza. O el kebab “Kebap” de la calle Delicias, que lo regenta un turco simpático y con oficio. El rollo se quema y la calle entera huele a kebab. Entre eso y el hilo musical, las mujeres compran con alegría. Para las más mayores es, además, tiempo de bonanza. Con lo mal que se pasó en la posguerra... Y es que el Kebab nos ha bendecido a todos. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Kebab.
Al hablar de comida rápida, se nos ha venido a la mente la fotografía de la hamburguesa gigante de David Lachapelle, un genio a quien pudimos disfrutar en la Fundación Helmut Newton de Berlín no hace mucho tiempo. A ver si sacamos un rato para hacer un especial sobre él porque se lo merece.
Un poquito de alegría disco glam...
Scissor Sisters - I Don't Feel Like Dancin'.mp3
5 comentarios
La caja de los hilos -
Azu: Alabamos tu buen gusto. A nosotros también nos encanta incarle el diente a las aches.
Alicia:gracias por visitarnos. Esperamos que en tu ciudad fantasma no quedes deslumbrada por los flases de la prensa del corazón...
Alicia -
azzu -
azzunena -
Besos
ana m. -
os creeréis que no he pisado un kebab en esta ancha y vasta vida mía?
pozí.
todo llegará.
muak.