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La caja de los hilos

LA PALABRA VULGAR

LA PALABRA VULGAR

Por Safo

Ya es la segunda vez que me reprochan que, al hablar de la belleza en las palabras, nunca considero las más vulgares ¿Acaso no tienen el mismo derecho? No. Me explico. Primero dejar claro que con "vulgar" no quiero decir otra cosa que "comúnmente usado". Bien. Sólo se me ocurren dos maneras por las que una palabra pueda ser bella. Puede que lo sea por su sonido, por la música que acompaña inevitablemente a su pronunciación o puede que lo sea por el significado que contiene. Llamémoslas belleza lírica y semántica para diferenciarlas. Independientemente de si fue bella o no, lo que le sucede a la palabra vulgar tiene algo que ver con algunas de las viejas canciones de los Beatles, las hemos escuchado tantas veces que somos incapaces de reconocer su belleza. Como la música mundana, ésa que producen los siete planetas al girar y que el cansancio no nos deja ya escuchar, la posible belleza lírica de la palabra queda oscurecida tras el hastío del uso. Así, la primera vía, la lírica, hacia la belleza para la palabra vulgar si no muerta queda, al menos, anestesiada. También pasa que la palabra, como organismo vivo, va absorbiendo los diferentes significados que cada hablante le otorga. Las palabras más comunes se llenan y se dan de sí como zapatos usados. Cargadas de matices contrarios, engordan hacia una indeterminación semántica. Terminan vacías y por tanto tampoco son candidatas a participar de la belleza. Por todo esto, aunque en La caja de los hilos ambas, belleza y vulgaridad, son clientes fijas, rara vez coinciden.

Los zapatos los encontramos en el trastero de Helena Santolaya.

Recuerda aquellas palabras...

Bee Gees – Words.mp3

5 comentarios

Safo -

Lo que vengo a decir arriba es que la palabra vulgar, aunque su vualgaridad se deba a un simple olvido, difícilmente puede participar de la belleza. Aunque, efectivamente, el poeta pueda redimirla. En ese caso la palabra deja de ser vulgar.

Safo -

Supongo que siempre habrá un poeta amante de las palabras abandonadas... En fin, no creo que la vulgaridad de una palabra esté en la palabra en sí, sino en su historia. Así, podríamos decir que no hay palabra vulgar, sólo aquélla que el poeta ha olvidado.

Hermes -

Tal vez sea cierto, Safo, tú como poeta debes saberlo, si hay palabras que el poeta no quiere redimir, condenadas a permanecer vacías y dadas de sí como zapatos viejos, como tú bien dices. ¿Habrá algún poeta amoroso, el poeta de las palabras mendigas, un terapeuta de las palabras miserables, marginales, sufirntes, que se han dejado malear por la vida y por el olvido? ¿Habrá un poeta del amor que sienta compasión de su vulgaridad y su destino? Tal vez las palabras, como los seres humanos, tengan un carácter y un destino y un ADN donde permanecen grabados los desencuantros y las enfermedades, las desgracias y y el dolor ... ¿Puede, quiere el poeta crearle un nuevo destino ?¿puede crearse su propio destino, salvarse a sí mismo, conocer la libertad?¿Puede elegir?

Safo -

Hermes, amigo, la palabra vulgar es vulgar en tanto que no la ha tocado el poeta. Tienes razón en que toda palabra puede ser redimida, muchas de ellas no tienen, sin embargo, interés para el poeta y reposan ufanas en su vulgaridad eternamente.

Hermes -

Te olvidas de una cosa queridísima Safo, y es la capacidad de la palabra de renacer de las cenizas, de crearse a sí misma una y otra vez, su esencia poética que sólo el poeta puede despertar. El poeta deja que la palabra viva en los intervalos y la dota de aliento y vida sublime colocándola en lugares nuevos nunca imaginados, acercándole una compañía que la inspire, que le infunda ánimo y belleza. Lo mismo hace el músico cuando compone, eleva entre sus manos la materia de su arte, tantas veces manoseada y amasada como humilde barro y le insufla el soplo de una nueva vida, única, hermosa recién nacida alentada con la materia de su alma.
La palabra vive en el intervalo querida safo, como la música, es entonces cuando deviene poética, es entonces cuando es redimida de toda vulgaridad, de todo uso, de toda profanoción sufrida a lo largo de los tiempos para ser izada hacia el mundo de la belleza pura: corazón y luz de poeta. No existe palabra tan vulgar que no pueda ser poetizada, el amor del poeta purifica la palabra y la hace nueva cada vez.