Somos tres carretes sin hilo. No tenemos ni presente, ni futuro. Sólo nos une el origen. Un pequeño gran bar zaragozano, donde entre cervezas y humos descubrimos que la ciudad deshilachada aburre. Que hay que coserla. Ahí nació todo. Quizá fue por una canción. O por una borrachera. O por la mirada expectante de Helena. El caso es que allí se encuentra el principio de nuestros desvaríos. El tiempo y la mala fe de algunos frustraron ese punto de encuentro. Pero no se perdió su espíritu y allá donde fuimos nos acompañó La caja de los hilos. Ahora que empezamos a caminar en este cuaderno de bitácora, tendremos que apuntar el rumbo y, con vuestra colaboración, dar que hablar. Necesitamos un hilo, un dedal, una aguja, un trapo viejo y un poco de habilidad. ¿Quién nos hilvanará? Habrá que decidirlo.
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