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La caja de los hilos

UO, UO, UO...

UO, UO, UO...

Por Neo de la Olla

Ya desde el avión me daba mala espina este viaje. “Que a mí no me van estas movidas”, le decía una y otra vez a Coleguita, pero él seguía: “Que sí, no seas gili, que aquí ligas, que las tías están salidísimas y tal y cual… Además no te preocupes por el idioma que a éstos si les hablas despacio, aunque sea en español, te entienden…” Y una mierda, ya os lo digo, los ingleses no son normales. Si no de qué íbamos a estar aquí, en la comisaría de policía, con una traductora sudamericana esperando a que terminen con el moro (que por lo visto lo han pillado pasando) para emprenderla con nosotros... Bueno, mejor será que os lo cuente desde el principio. Llegué esta misma tarde a Swansea. Llovía. Coleguita me esperaba entusiasmado en el aeropuerto. “Corre, que tengo a dos bomboncitos en el pub”, me decía. Así que dejamos la maleta en el rincón maloliente en el que vive (que llama casa) y fuimos a Wind Street. El pub se llamaba Bar-co. Era pequeñito, con una banda de roqueros metiendo caña a lo Iron Maiden pero en malo. Enseguida me vi con una pinta en las manos. Coleguita iba y venía, parecía conocer a todos y a nadie. “Hello, Linda”, le decía a una mientras le agarraba el culo con fuerza. “Coleguicha”, respondía la guarrilla con una sonrisa. No iba de corto, no, iba casi desnuda. Pronto me di cuenta que todas vestían igual. Las minifaldas tapaban sólo la mitad de esas generosas cachas bien nutridas de bacon, los escotes daban vértigo… Un sinvivir, vamos. Me acerqué a una que llevaba el conejito de Play Boy tatuado en el hombro y le pregunté educadamente: “¿Te puedo tocar el culo?”. La tía no respondió nada con sentido, sólo un “uo, uo, uo...”. Me lo tomé como un “sí, por favor, dame más, dame más”. Pero según le metía mano se puso a gritar. Y la gente se volvió hacia mí. Todo el bar me miraba. El camarero saltó la barra. Entonces Coleguita me cogió del brazo y salimos del bar. Pero la chica seguía gritando. Un par de policías se acercaron a nosotros… Salimos corriendo. Nos seguían, Dios. Nos seguían de cerca. “¡Van a creer que somos terroristas y nos van a disparar en la nuca!”, le gritaba a Coleguita, que corría unos metros por delante. “Vamos, aprieta, hijo puta, que nos cogen”, resoplaba Coleguita. Y nos cogieron. Según la traductora, la chica me acusa de violación. Yo le he dicho que es imposible que la haya violado porque soy virgen… En fin, si ya lo decía yo, este país es una mierda.

Steven R. Guilmore es un diseñador gráfico canadiense con una obra pictórica muy sugerente (Vía Uno de los nuestros).

Placebo - Pure Morning.mp3

Placebo - Because I Want You.mp3

Placebo - Every You Every Me.mp3

3 comentarios

Neo -

Al final creo que sólo voy a tener que pagar una multa... A propósito, malicia, tú no será travesti, verdad?

malicia -

Me ha pasado igual con este post de de la olla: que si me molesta el machistirrismo que exhala neotron que si que no, que si me parece muy loco, que me encanta, que me rio sola, este... que si me da tanta risa que no puedo parar, oye Neo si me envias una foto y tienes algo de morbo te arreglo la virginidad, y si estas en el trullo te hago una visita de esas ya sabes.. ¿ como se llaman?

Alicia -

Después de un largo y desigual fin de semana, escuchar tus aventuras perturba el espíritu más sosegado. Espero que vuestra detención no tenga consecuencias. Aunque tus narraciones hacen florecer la parte feminista de cualquier persona por dura de corazón que sea, sería mucho peor tener que prescindir de tan estimulantes lecturas. Neo, se te va la Olla.